GIOVANNI TRAPATTONI: La Soledad del Banquillo
Anoche, sobre el césped de un Stade de France abarrotado, por encima de la mediocridad del fútbol desplegado por la selección francesa, intentaba evaluar el grado de angustia vital por el que debía pasar Doménech viendo cómo, tras haber sido mantenido contra el clamor popular tras el naufragio de la Eurocopa 2008, los bleus se ahogaban en su inoperancia, hasta que Henry, haciendo bueno el “síndrome de la mano del ahogado” (última mano que saca el ahogado para intentar agarrarse a lo que sea, antes de perecer definitivamente en el agua), salvó, con su mano, la situación crítica, una vez más (L´Equipe titulaba esta mañana, acertada e irónicamente: “Francia, con el pase en la mano”).
Observaba a Doménech, hasta que mi mirada se dirigió a su homólogo en el banco irlandés… Giovanni Trapattoni, ese laureado técnico que siempre está, cuyo trabajo no siempre reporta sus frutos, pero es siempre visible, patente y riguroso.
De su mediocridad en la estrategia táctica “alardean” sus detractores, y tienen razón. Trapattoni es un amante de la disciplina defensiva, de la imaginación ofensiva, del marcaje individualizado en balones parados, del repliegue de líneas, del juego directo a la contra… Il Trapes, indudablemente, un fajador, un técnico a la antigua, de quienes creen en el trabajo por encima de sus propios métodos. A sus setenta años, puede presumir de ser el único entrenador del mundo habiendo logrado todos los títulos internacionales posibles a nivel de clubes, así como de ser el verdadero Rey de Copas UEFA (3 en su haber), amén de sus diez títulos de campeón de Liga en cuatro naciones diferentes…
Anoche, tras el silbido final, tras el delirio galo, tras las lágrimas irlandesas, tras la polémica mano de Titi, la cámara enfocó durante un breve segundo al mítico técnico de Cusano, y esa imagen trajo a mi mente la histórica frase de Arsenio Iglesias (<

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