HASTA SIEMPRE, ENKE…
Esta semana conocíamos el trágico suicidio de Robert Enke. Nacido en Jena, su evolución profesional es paradójica: tras imponerse con contundencia bajo palos del mítico Borussia Mönchengladbach con apenas veinte años, firmó por el Benfica, otro club clásico del Viejo Continente venido a menos también en estas últimas décadas. En el estadio Da Luz vivió sus mejores días, a mi juicio, como profesional, hasta el punto de llamar la atención de varios “grandes” de Europa, siendo el Barça el que, finalmente, logró llevarse el gato al agua. Sin embargo, su paso por el Camp Nou fue pobre en lo deportivo y traumático en lo personal, ya que, en Barcelona y Estambul (su siguiente club fue el Fehenerbaçe) sus “fantasmas” personales, unidos a una falta de aclimatación, la presión y la falta de reconocimiento profesional, desenterraron unos problemas psicológicos que, acrecentados por el trágico fallecimiento de su hija, llevaron a Enke a pasearse por el filo de la navaja ya en aquellos años.
Tras un fugaz paso por las Islas Afortunadas (militó en el C.D. Tenerife), aterrizó en Hannover, donde, con veintisiete años, recomenzó a labrarse una carrera prometedora: el éxito le llegó tarde, ya que hasta los veintinueve años no debutó con la Mannschaft, si bien en las últimas fechas se había erigido como el verdadero titular bajo el marco teutón, que tanto necesitaba el liderazgo de un buen guardameta, tras la retirada de Oliver Kahn, la intermitencia de Jens Lehmann y el verdadero recital de “pifias” del que Hans-Jörg Butt ha venido haciendo gala desde su fichaje por el Bayern Munich. Parecía que, a los treinta y dos años había llegado su momento de tomarse la revancha frente a la vida, frente a un éxito profesional que años antes se le escapó como arena entre los dedos, frente a la crueldad de la depresión; ésa que crees haber vencido, y un día te vuelve a golpear a traición, sin piedad. Descanse en paz, Robert Enke.

by Milinko
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